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La semana pasada estuvimos en la WTM en Londres, y si no tuviste la oportunidad de visitarnos, en este artículo podrás encontrar algunos de los temas que tratamos. Esta entrada está adaptada del artículo original escrito por David Chestler, nuestro Vicepresidente Ejecutivo de Ventas Globales y de Desarrollo de negocio. ¡Esperamos que lo disfrutes!
La distribución en línea crece a un ritmo mayor que todo el mercado turístico, según la Asociación Americana de Hoteles y Hostales (AHLA, por sus siglas en inglés) se producen 480 reservas en línea por minuto, sólo en Estados Unidos. Es una estadística fascinante que demuestra el cambio que la industria hotelera ha experimentado en los últimos tiempos.
Hoy sabemos que hay más gente que nunca que viaja, según cifras de la Organización Mundial del Turismo en 2014 hubo 1,14 miles de millones de turistas internaciones, y se espera que esta cantidad crezca un 4% en 2015. Estas ganas de viajar y de conocer el mundo eran inimaginables hace 25 años, y evidentemente sólo posibles económicamente para algunos. Pero gracias al florecimiento de la economía en Internet podemos disfrutar de experiencias antes disponibles para unos pocos, y la gran cantidad de información en Internet hace este sueño todavía más accesible.
Pero la accesibilidad a la información no sólo cambia algunas tendencias de la industria, sino que está cambiando totalmente la balanza de poder: hemos pasado de una economía de consumidores dominada por los intermediarios a una economía de usuarios “autoservicio”.
La economía de consumidor se ha vuelto de usuario
La información turística solía estar monopolizada por marcas y agencias, que también contaban con una experiencia y dominio del mercado sin igual. Pero la llegada de Internet ha permitido a los hoteles ofrecerse directamente a huéspedes potenciales que saben precisamente qué quieren gracias al acceso a la información que Internet les proporciona.
Desde fotos a críticas de huéspedes, Internet ofrece una sobrecarga de información, por lo que el contenido generado por el usuario se ha vuelto una variable imprescindible en la lucha del consumidor por el poder. En los viejos tiempos, agentes y expertos turísticos influenciaban a los consumidores con su experiencia y los folletos que ilustraban sus ofertas; pero las OTAs, y especialmente Booking.com, revolucionaron el panorama al poner el consumidor al mando con una mayor disponibilidad de contenido e información.
Ahora es posible tener una experiencia auténtica en un viaje, como visitar los distritos y bares frecuentados por los locales, y casi siempre por un precio mucho más bajo. El viajero moderno quiere trascender su habitación de hotel, y el resultado es que los huéspedes son ahora más eficientes al decidir sus reservas.
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